Cada tercer viernes de septiembre celebramos el Día Internacional de la Garnacha, una variedad que tiene a día de hoy una gran popularidad, aunque no siempre fue así. En esta ocasión hablamos con Raúl Acha, Director Técnico de ‘Proyecto Garnachas de España’, para descubrir los secretos de una variedad considerada “la madre de todas las variedades”.
Durante décadas fue menospreciada, aunque hoy nos parezca mentira. La garnacha ha renacido y en la actualidad ocupa un lugar privilegiado en la viticultura mundial. ¿Qué provocó este cambio? ¿Qué tiene de especial la Garnacha que, después de haber sido casi olvidada, hoy brilla con luz propia?
El declive y el renacimiento de la Garnacha
La Garnacha no siempre fue la estrella que es hoy. Parece mentira, ¿verdad? En palabras de Raúl Acha, “en las décadas de los 60, 70 y 80, la Garnacha fue relegada a una uva de segunda categoría en muchas regiones cálidas de España como Madrid y Aragón, debido a su tendencia a oxidarse y a su baja intensidad de color”. Además, la selección de clones para maximizar la producción la hizo menos cualitativa, convirtiéndola en una variedad que muchos viticultores consideraban poco rentable.
Sin embargo, las tendencias en el mundo del vino son cíclicas. Con el tiempo, el gusto por los vinos estructurados, con color, tánicos (lo que se llamó ‘vinos parkerizados’) comenzó a ceder terreno a favor de opciones más ligeras y elegantes. Fue entonces cuando la Garnacha, con su frescura, suavidad y redondez, comenzó a ganar protagonismo. “De repente, volvimos a sacar pecho de esta variedad tan nuestra”, afirma Acha.
¿Qué hace a la Garnacha tan especial? La respuesta está en su capacidad de adaptación y resistencia. “La Garnacha tiene una virtud esencial en España: es capaz de sobrevivir a la máxima tensión climática y ofrecer vinos frescos y vivaces, incluso en los veranos más calurosos”, explica Acha. En climas como el español, donde otras variedades luchan por mantenerse frescas, la Garnacha sobresale por su elegancia y sutileza.
Además, la Garnacha ha demostrado ser imbatible en viñedos de secano, donde su ciclo largo y su resistencia a la sequía la hacen una opción ideal frente a otras variedades más sensibles. Esta capacidad para ofrecer lo mejor de sí misma en condiciones extremas es una de las razones por las que hoy vuelve a ser valorada como una uva de primera.
El Proyecto Garnachas de España no solo es un testimonio de la versatilidad de esta uva, sino también de la pasión de quienes la cultivan. Raúl Acha, sexta generación de viticultores riojanos de Cárdenas, recuerda cómo las uvas de la vieja viña de Garnacha que su bisabuelo plantó en 1906 eran reservadas para los mejores vinos de la familia. Aunque su padre amenazaba con arrancar esas cepas por su baja productividad, la devoción de Acha por la variedad llevó a la creación de este proyecto en 2008, partiendo de ese “garnacho” de su bisabuelo.
El proyecto se centra en rescatar viñedos viejos de Garnacha en diversas regiones del valle del Ebro, desde las laderas del Moncayo hasta el Priorat y La Rioja, con el objetivo de demostrar que la Garnacha puede producir vinos de altísima calidad. Cada botella no solo refleja el carácter de la variedad, sino también el paisaje único de su lugar de origen. “El principal desafío fue que esa amenaza del ‘arranque’ sí se había cumplido en otras regiones, por lo que hubo que investigar y buscar viñedos viejos y recuperarlos para poder poner en marcha la colección”.
Dentro del Proyecto Garnachas de España, cada vino tiene su historia y su origen. El proyecto recorre cinco zonas, todas ellas alrededor del Valle del Ebro, y lo hace a través de seis vinos:
- La Garnacha Salvaje: nace en las laderas del Moncayo, con un carácter amable y goloso.
- La Garnacha Olvidada (D.O. Calatayud): con matices más profundos y una estructura excepcional.
- La Garnacha Fosca (DOP Priorat): elegante y compleja, típica del Priorat.
- La Garnacha Perdida: procedente de un viñedo casi olvidado en un castillo, cerca del Pirineo aragonés.
- El Garnacho Viejo de la Familia Acha: una joya del viñedo familiar en Cárdenas, donde comenzó todo.
- La Garnacha de Hielo: un vino único de hielo, también procedente del viñedo de los Acha en La Rioja.
Cada uno de estos vinos es una expresión de la riqueza de la Garnacha y un reflejo del esfuerzo por mantener viva esta variedad tan especial.
Aunque actualmente no hay planes de expansión, Raúl Acha y su equipo están centrados en afianzar los proyectos en las principales zonas donde elaboran. El reto sigue siendo el mismo: seguir demostrando que la Garnacha tiene mucho que ofrecer, tanto a nivel local como internacional.
Si aún no has probado la Garnacha, Raúl Acha recomienda empezar con La Garnacha Salvaje del Moncayo, un vino amable y fácil de disfrutar. Para quienes busquen algo con más matices, La Garnacha Olvidada o La Garnacha Fosca son excelentes opciones. Y si lo que deseas es probar una verdadera joya, El Garnacho Viejo de la Familia Acha te mostrará toda la sutileza y misticismo de esta variedad.
En Atocha Vallecas somos apasionados de la Garnacha y distribuimos orgullosamente estos vinos excepcionales. No importa si eres un conocedor del vino o alguien que apenas comienza su viaje por el mundo de la Garnacha, estamos aquí para ayudarte a descubrir y enamorarte de esta variedad tan única.