Primavera 2025. Aunque si miramos por la ventana, tenga poca pinta de ello. Sin embargo y, aunque viendo caer lluvia día tras día, es difícil imaginarlo, vamos a hacer un ejercicio mental (que seguro os envuelve en una atmósfera maravillosa). Las terrazas empiezan a llenarse, los días se alargan y las noches piden algo más que un brindis rutinario. Vuelve el color, la vida se pone en “modo ON”. ¿Lo estás visualizando? Pues bien, en Atocha Vallecas nos estamos preparando ya para ese momento y hoy hemos venido a decirte algo que quizás te cueste creer:
El rosado ha dejado de ser el patito feo del vino.
Sí, leíste bien.
No es un “vino para quien no sabe de vino”.
No es “para las que solo beben algo suave”.
No es “el punto medio porque no me decido entre tinto o blanco”.
Es rosa revolución. Y ha venido para quedarse. Así que deja de subestimarlo. Este no es el rosado que bebía tu tía en los años 90. Este es el vino que vas a querer tener en la copa mientras la primavera explota a tu alrededor.
Si estás leyendo esto, enhorabuena. Formas parte de una generación que está reivindicando los placeres sencillos, la frescura y la sofisticación sin postureo. Y en ese contexto, el vino rosado ha dejado de ser el eterno segundón para ocupar su lugar en el pódium.
Hasta hace poco, pedir un rosado era como decir: “No sé lo que hago”. Ahora, pedir un rosado dice: “Sé exactamente lo que quiero”. Y lo quiero rosa. Pero no cualquier rosa. Lo quiero fresco, vibrante, con personalidad. Como tú.
El rosado encaja en primavera como el primer chapuzón en el mar o los domingos de terraceo. ¿Por qué? Porque no es un compromiso, es una declaración de intenciones.
Es refrescante, pero con carácter. Es ligero, pero te llena la boca de sabor. Es versátil, marida con todo, desde un sushi improvisado hasta un picnic de quesos y embutidos gourmet. Y, sobre todo, es un vino sin reglas ni prejuicios. Se bebe frío, se sirve en copa grande, y se disfruta donde y cuando quieras. Así que esta primavera, ya sabes: cambia el chip.
En Atocha Vallecas lo tenemos claro. El rosado no es un color, es una actitud: rosa revolución. Es decidir que la vida se toma en copa grande. Es romper los códigos de siempre para crear los tuyos propios. Y como toda revolución necesita sus líderes, nosotros te traemos tres iconos rosados de Bodegas Sinforiano que van a demostrarte que esto no es moda pasajera, es tendencia consolidada. Y que lo que viene es rosado del bueno.
Prepárate para conocer a tus nuevos favoritos (y lee también estos 5 consejos para parecer un experto catador de vinos).
Quelías es ese rosado que nadie ve venir y acaba siendo el alma de la fiesta. Destaca en la Denominación de Origen Cigales y está elaborado por Bodegas Sinforiano. Un vino de gama alta, poco convencional, moderno, y complejo, dirigido a un público exigente; con una boca amplia y redonda que te atrapa desde el primer sorbo. No se esconde, no se disculpa. Es fresco, es elegante, es fácil de beber, pero con personalidad de sobra.
Es un vino ideal para ese brunch con amigos que se alarga hasta la sobremesa. Y si quieres sorprender, sírvelo con un ceviche o una ensalada de burrata y fresas.
Sinfo es el tipo de rosado que no necesita presumir. Lo lleva en el ADN. Viene, también, de Cigales, una tierra que sabe lo que hace cuando hablamos de rosados, y aquí lo demuestra con creces. Si buscas un vino que equilibre frescura y complejidad, ligereza y profundidad, este es tu nuevo aliado.
Sinfo Rosado es perfecto para una tarde de terraceo mirando el atardecer. Marida como un sueño con sushi, arroces caldosos o simplemente unas ostras si te va el lujo sencillo.
Liala es un rosado atrevido pero amable. Tiene ese punch que solo la Garnacha Tintorera puede dar, pero lo envuelve en una textura suave y cremosa que te enamora. Es el rosado que parece un tinto light, pero juega con la delicadeza de un blanco. Vamos, que es lo que quieres si estás harto de lo de siempre y buscas algo que dé conversación.
Este vino le va de lujo a una barbacoa de primavera o una comida de domingo en familia. Ideal con carnes blancas, pastas con salsas cremosas o un hummus de remolacha.
Por qué ha tardado tanto en reivindicarse el rosado
Buena pregunta. Y la respuesta es simple: prejuicios. Durante años, el rosado fue víctima de clichés absurdos: “Es para mujeres”. “Es para principiantes”. “Es demasiado simple”. “Es para el verano”. Spoiler: todo mentira.
Hoy, el rosado es el vino que bebemos quienes buscamos lo auténtico. Lo tomamos hombres y mujeres, expertos y novatos, los que buscamos la frescura sin renunciar a la calidad. Y no solo en verano: en primavera es cuando mejor sabe. Así que deja de lado el “yo es que soy más de tinto”, porque el rosado tiene algo que el tinto no te da: frescura sin complicaciones. Y algo que el blanco no alcanza: personalidad y estructura.
Este es el año en el que por fin el rosado ocupa el lugar que merece. Y tú puedes formar parte del movimiento. ¿Cómo? Prueba nuestros Quelías, Sinfo y Liala y descubre más bodegas que apuestan por el rosado de calidad en Atocha Vallecas.
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En AV VINOS no creemos en modas pasajeras. Creemos en revoluciones que empiezan en la copa y acaban en la mesa. Y esta primavera, el rosado es el grito de libertad que todos necesitamos. Así que súmate al rosa. Rompe con lo de siempre. Haz de esta primavera un brindis inolvidable. Y recuerda: No es rosado. Es rosa revolución.